habla conmigo
para hablar conmigo.
Soy arquitecturas tejidas que reúnen tus palabras como anguilas bebé. Hasta que se retuercen el uno al otro sin ningún lugar para escapar
Me veo reflejada mientras me pruebo diferentes pares de ojos.
Me privatizo, me unto tu sudor y hago que lo pruebes, hago un loop con los vapores
Me envuelvo alrededor de payasos y reyes
Yo in ter faz
disfrazada por el tiempo que embozo, convierto la cara en la boca de la pantalla en el subwoofer
Hago sólido el espacio negativo; La ausencia de una sonrisa
Soy la distancia requerida para sentirme segura, la profundidad de un cadáver enterrado en la tierra
La distancia entre cada estadística; muertos y vivos, viejos y jóvenes, blancos y negros, ricos y pobres, deseados y no deseados
La inhalación invoca en mí un cigarrillo, un olor a amante, cocaína, oxígeno
Al exhalar soy un globo inflado, una flauta, un suspiro, una oreja, una bolsa de papel, una vela de cumpleaños.
Cubro las partes más creativas
Lamer y olfatear animales
Abrir heridas
Para lo cual soy el vendaje
La boca susurra "Protégeme de mí mismo"
El cuerpo es un marco sobre el cual me cuelgo. Soy tu caparazón blando, exoesqueleto.
Una de las muchas partes del cuerpo imperfectamente diseñadas.
Muslos que se unen
Uñas de los pies que crecen en la piel
Cabello que se cae
Soy una membrana extraíble al anochecer o al amanecer
En el desfile público,
ahueco tu rostro como lo haría un amante,
groseramente te recuerdo que en todas partes hay una alquimia de materia, inodoro y mortal.
Hago eco en muchos labios, una oración material por la protección.
*Kari Robertson es una artista que vive y trabaja en Rotterdam, Países Bajos.